Infertilidad femenina y las emociones

Infertilidad femenina, cambios emocionales
Infertilidad femenina, cambios emocionales

La infertilidad femenina está relacionada con las emociones. Los cambios emocionales logran perturbar el ciclo menstrual o la ovulación. Esto pasa debido a que la ansiedad emocional afecta directamente al hipotálamo que participa en la regulación del ciclo menstrual. La ansiedad también puede producir amenorrea, que es la ausencia de menstruación, y sin menstruación no hay ovulación, que es clave de la procreación.

El estrés igualmente puede interferir en el recorrido de los óvulos a través de las trompas de Falopio. Y así alterar el fluido uterino de sangre lo cual repercute en la fertilidad.

Las deficiencias hormonales también pueden alterar el moco cervical (pegajoso en circunstancias fértiles) que está estrechamente relacionado con la fecundación. Ya que su alteración puede imposibilitar que los espermatozoides logren alcanzar al óvulo.

En estos casos la propia aparición de la menstruación es poco deseada, y suele confundirse sus síntomas con los síntomas del embarazo. Cuando en definitiva la mujer menstrua, aparece la tristeza y la desilusión. Y así cada mes, en donde en ocasiones aparece la culpa.

En la infertilidad femenina, la culpa es el peor consejero

Uno de los peores consejeros es la culpa. Frecuentemente, se busca una causa que explique ese problema de infertilidad, con la finalidad de darle sentido a lo que pasa, y poder asumir la situación.

Sin embargo, este sentido no debe ser perjudicial para sí misma, ni para la pareja. Ya que eso no servirá para resolver el problema. Lo único que conseguiremos es elevar el malestar y buscar culpables en lugar de accionar como pareja para solucionarlo.

Estudios han demostrado que las personas que presentan síntomas de infertilidad femenina, muestran significativos síntomas de ansiedad, aumentando en función del fracaso. Estas personas también presentan con frecuencia síntomas similares al duelo (el shock, el enfado, la negación, la desesperanza y por último la aceptación).