Cáncer vesical, señales que deben alarmarnos y cómo proceder

cáncer vesical

El cáncer vesical es el décimo tumor más diagnosticado a nivel mundial, apareciendo cada año en 9 de cada 100.000 hombres y en 2 de cada 100.000 mujeres, la mayoría en pacientes mayores de 50 años.

El principal factor de riesgo es el tabaquismo, tanto activo como pasivo, asociándose en el 50% de los casos.

En muchos casos se diagnostica de forma incidental al realizar una prueba de imagen (por ejemplo, una ecografía o un TAC) solicitada por otro motivo.

El síntoma más frecuente es la hematuria (presencia de sangre en la orina) sin otras molestias asociadas. Suele aparecer sin un desencadenante y ceder de forma espontánea. Otros síntomas acompañantes son similares a los de una infección de orina: escozor al orinar, necesidad de orinar con más frecuencia de la habitual y/o con urgencia. En los casos en los que el tumor se localiza en la desembocadura de los uréteres puede obstruirlos y provocar dolor en la zona lumbar y alteraciones analíticas relacionadas con la función renal.

El diagnóstico puede realizarse en ocasiones mediante pruebas de imagen pero, tal y como afirma el Dr. David Sáenz Calzada, urólogo y experto en cáncer de vejiga, “es recomendable, ante la sospecha, realizar una cistoscopia para visualizar el interior de la vejiga e identificar el número de tumores, el tamaño y su aspecto”. Para un correcto manejo de la enfermedad debe realizarse también una citología de orina (análisis al microscopio de las células desprendidas en la orina) y en ocasiones un TAC con contraste.

Una vez se ha diagnosticado el cáncer vesical hay que realizar una resección transuretral, teniendo utilidad tanto diagnóstica como terapéutica.

La resección transuretral (RTU) es una intervención que se realiza de forma endoscópica accediendo a la vejiga a través de la uretra, sin necesidad de hacer ninguna incisión, y se eliminan todos los tumores. Tras la intervención se coloca una sonda vesical que se mantendrá más o menos tiempo en función, principalmente, del tamaño y la profundidad de la resección.

El análisis microscópico del tumor resecado, junto con los datos obtenidos en las pruebas diagnósticas previas (cistoscopia, citología y TAC), determinarán cual será la mejor opción de tratamiento o seguimiento, siendo la profundidad del tumor y el tipo de células los factores más importantes.

En los casos en los que el tumor es superficial (no infiltra el músculo de la vejiga) puede ser preciso administrar medicación intravesical. Tanto si se realizan instilaciones intravesicales como si no son necesarias, hay que realizar un seguimiento durante años dada la tendencia a recidivar de este tipo de tumores. Por este motivo, ante el planteamiento de muchas personas sobre si el cáncer de vejiga es curable o no, podemos decir más bien que se trata de una enfermedad crónica que necesita de mucha vigilancia para tratar de evitar su progresión.

Si el tumor infiltra el músculo de la vejiga, esas medidas no son suficientes y requiere un tratamiento más agresivo que suele incluir la cistectomía (quitar la vejiga completa) y la quimioterapia. En algunos casos seleccionados se puede seguir un tratamiento basado en RTU, quimioterapia y radioterapia con el fin de disminuir la afectación sobre la calidad de vida sin afectar al buen resultado oncológico.


También podría interesarte: ¿Por qué es mejor comprar tus productos dermocosméticos en una farmacia?