Quejarnos constantemente hace que esos pensamientos negativos estén sobre los positivos según Steven Parton estudiante de la naturaleza humana. De esta manera estos pensamientos permanecerán más tiempo en el cerebro y podrían ocasionar enfermedades en él. El quejarnos también puede producir obesidad, diabetes y enfermedades del corazón.
Generalmente nos quejamos a menudo cuando estamos frustrados o decepcionados por algún motivo que nos pueda estar ocurriendo. Según el estudio quejarnos puede perjudicar nuestra salud mental.
Tanto nos puede perjudicar esos pensamientos ocasionados al quejarnos que Steven lo asocia con poder “matarnos”.
Quejarnos constantemente acostumbra al cerebro a ser pesimista y con ello a atraer cosas negativas. Siempre es importante controlar esos pensamientos para que el cerebro adapte la acción a tener pensamientos más positivos.
En el momento que se genera una idea negativa ella posiblemente predomine sobre las positivas. Esto ocurre durante el proceso químico sinapsis que es el momento donde se desarrolla un pensamiento.
Quejarnos constantemente, consecuencias
El quejarnos con frecuencia provoca debilidad en el sistema inmunológico. Esta debilidad produce un aumento en la presión arterial y el riesgo de padecer enfermedades del corazón, diabetes y obesidad.
Cuando estamos bajo una situación de estrés con frecuencia nos lleva a pensar en negativo. Estos pensamientos hacen liberar en niveles altos la hormona cortisol que influyen en el aprendizaje y en la memoria.
Siempre es bueno evitar los pensamientos negativos y si sabemos q influyen en nuestra salud y mente el esfuerzo debe ser mayor.
¿Entonces como podemos lograr evitar esos pensamientos que tanto daño pueden traernos?
En efecto, debemos rodearnos de personas con espíritu alegre que sean felices, positivas. De esta manera el cerebro copiará la misma emoción que el otro experimenta.
Cuando nos llenamos de pensamientos negativos el estar con las personas indicadas nos brindará el antídoto necesario para el cerebro. Contribuyamos a mantener equilibrado nuestras emociones.