Si las bacterias fueran ávidas lectoras (en caso de que tuvieran la capacidad de pensar o razonar); quizá serían fieles seguidoras de algunos de los preceptos de filosofo alemán Friedrich Nietzsche. De hecho; lo son pues comprueban al pie de la letra la sentencia que afirma que “todo aquello que no logra matarte, te fortalece”.
Hoy, la resistencia de las bacterias no tiene nada qué ver con la poca fortaleza de sus antepasados ante los remedios humanos; pues prácticamente son una nueva generación de “Superbacterias” que obstinadamente se han convertido en resistentes a todos los antibióticos conocidos; debido a que logran asimilar sus componentes para sobrevivir a éstos, y al atacar al organismo, ser inmunes a los ya para entonces debilitados componentes medicinales.
El autorecetarnos, o las indicaciones médicas realizadas a la ligera; ha propiciado un aumento en la resistencia de los temidos gérmenes, provocando que las sustancias que buscan combatirlas, reduzcan sus posibilidades de éxito ante la nueva generación de bacterias.
Como si fueran un producto que, para ganar mercado, sus fabricantes deciden sacar a la venta en una nueva versión “mejorada”; así las bacterias logran una capacidad de mutación que desafía constantemente a los laboratorios farmacéutica y a las eminencias médicas.
Bacterias estrellas
Y en esta carrera; hay tres “estrellas”: el estafilococo dorado, el estreptococo y el enterococo; microorganismos integrantes del grupo denominado “gram positivas”; estas bacterias intercambian genes entre sí para resistir a los antibióticos; Su evolución voraz y la capacidad de sobrevivir las hicieron en un principio resistentes a la penicilina; luego a la cloxacilina y más tarde a la vancomicina.
Estas bacterias pueden provocar infecciones comunes en la garganta o en la piel, que normalmente no tienen complicación; el problema es cuando por cualquier razón llegan al torrente sanguíneo, lo que se denomina sepsis, prácticamente las consecuencias son mortales; Lo más contradictorio de todo; es que estas bacterias principalmente el estafilococo dorado abundan en los hospitales.
Muchos médicos y personal de asistencia; como las enfermeras y camilleros, son portadores de las llamadas colonias en la nariz o en la piel; y pueden trasmitirlas a personas, en este caso enfermos, que al tener baja su capacidad inmunológica, son infectadas. De hecho; se encuentran los barandales, en el polvo.
Además, los pacientes internados en un hospital, todo aquel sometido a una cirugía por pequeña que sea, o padezca enfermedades como diabetes, insuficiencia renal, quemaduras, o infección pulmonar, tienen el riesgo de caer en la red de esta temible bacteria, anónima y desconocida para la mayoría de las personas.
