Por décadas la publicidad de este tipo de productos nos han hecho creer el consumir lácteos hacen los huesos fuertes y sanos. Muchos profesionales lo recomiendan para evitar problemas óseos.
Los investigadores han demostrado que ambas estrategias tienen poca efectividad y tal vez provoquen más daños que beneficios al organismo.
Lácteos, relación a los suplementos de calcio y de vitamina D
Según varias investigaciones han demostrado que tanto los suplementos de vitamina D como los que no tienen la vitamina aumentan el riesgo de padecer de enfermedades cardiovasculares.
¿Qué es lo que en verdad nuestros huesos necesitan?
Si es necesario el calcio en los huesos para que estén sanos. Este es el mineral que tiene más presencia en la estructura ósea y dental. Asimismo la vitamina D es también esencial porque contribuye a que el intestino delgado absorba el calcio. Un exceso de calcio puede frenar los osteoblastos que son las células que forman los huesos.
Los huesos también necesitan de la vitamina K. Esta permite activar las proteínas que depositan el calcio en los huesos y dientes. También evita que se desvíe a otro sitio del cuerpo donde no se necesite. Aparte del calcio faltan otros minerales para mantener los huesos fuertes. Está el zinc que regula la hormona calcitonina manteniéndolos fuertes. Otro mineral importante es el cobre. Este vigila el funcionamiento de los osteoblastos y de los osteoclastos.
Diversos estudios indican que los productos lácteos aumentan los niveles de insulina en la sangre. También pueden producir acné, problemas en el metabolismo, diabetes tipo 2, entre otros efectos.
En varias investigaciones se ha demostrado que en los países que se toma más leche la población tiene más riesgo de sufrir de osteoporosis que en aquellos que no se ingiere este alimento.
¿Qué es lo más recomendable?
Lo más indicado es llevar una dieta que incluya alimentos ricos en nutrientes. Consume alimentos que contengan zinc, magnesio, potasio, manganeso, hierro, vitamina K y D. Puede ser por ejemplo frutos secos, como las nueces, y verduras de hojas verdes como la espinaca. También debes incluir alimentos ricos en ácidos grasos de omega 3.
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