La teoría del apego fue creada a mediados del siglo XX por el psiquiatra británico John Bowlby; cuya crianza como parte de la clase alta británica incluyó la pérdida de su amada niñera y su traslado al internado a una edad muy temprana.
En Pediatría, el apego es la conexión emocional muy importante que se crea entre un pequeño niño y sus padres o cuidadores. En otras palabras, es la necesidad de estar cerca o contacto de sus seres queridos.
Si un niño tiene un sentimiento idealizado de que es muy certero que el padre lo atienda; va a exigir su atención cuando el padre vuelva. El niño puede estar molesto, pero se calmará rápidamente; consolado por su padre, y de esta manera manifiesta lo que se denomina “apego seguro”.
Experimentos con el apego parental
Estos experimentos en los que el bebé se estresa durante un corto tiempo. Pero luego se elimina el estrés de manera inmediata; se relacionaron con observaciones en casa de relaciones padres-hijo. De esta forma los investigadores crearon una especie de taxonomía del apego. En esta se interpreta el comportamiento del bebé durante la situación extraña como un indicador de la calidad del vínculo con el padre.
Susan Berger, psicóloga del desarrollo y profesora adjunta de Pediatría en el Hospital Pediátrico de Chicago Ann y Rober H. Lurie, consiste en “estar atento a tu hijo en los momentos de estrés para que sepa que; si está molesto, lastimado o enojado, alguien acudirá y hará que se sienta mejor para que pueda superarlo y pueda regresar a su mundo”.
El apego en el desarrollo infantil y en la crianza no es lo mismo que la “crianza con apego”. La cual a menudo enfatiza la proximidad física literal de padres e hijos; y la importancia de evitar el más mínimo estrés o separación.
No es necesario estar todo el tiempo en contacto físico para crear una conexión con los hijos, estar cerca de ellos cada minuto del día y la noche.