
Hay cosas en la vida en las que uno puede permitirse esperar; una mesa en un restaurante, una rebaja que merece la pena, incluso un tren si no hay prisa. A lo que no deberíamos esperar nunca es a un diagnóstico médico, ni una cita con el especialista, ni mucho menos a una prueba que podría cambiar el curso de una enfermedad. Y sin embargo, eso es exactamente lo que está pasando a lo largo de todo el país en la sanidad pública española.
En teoría, tenemos uno de los mejores sistemas del mundo. En la práctica, esperar más de tres meses para que te vea un neurólogo se ha vuelto tan normal que ya ni escandaliza. ¿La consecuencia? Que mucha gente, cada vez más, está tomando un desvío (pagando de su bolsillo) para llegar antes a un médico; a un diagnóstico, a un tratamiento o simplemente, a una respuesta.
El auge de los seguros privados
Sin grandes titulares, el seguro de salud se ha convertido en un salvavidas para millones de personas. Hoy ya hay más de 13 millones de asegurados en España. La mayoría no lo contrata por capricho, sino porque la alternativa es la incertidumbre y un riesgo para la salud. Proceden a comparar seguros de salud y contratan el más adecuado para sus intereses y necesidades. Porque cuando estás esperando un resultado, cada semana se vuelve interminable.
¿Qué ofrecen los seguros privados que no puede ofrecer (a tiempo) la sanidad pública?
- Citas con especialistas en cuestión de días
- Pruebas diagnósticas (ecografías, resonancias, análisis) sin meses de espera
- Cirugías menores o procedimientos ambulatorios sin tener que “pelear” una fecha
- Seguimiento regular de enfermedades crónicas sin saltarse controles por falta de agenda.
- Segundas opiniones con rapidez.
Lo preocupante es que no se trata solo de clases altas o de grandes ciudades. Cada vez más familias trabajadoras están recortando de donde pueden para contratar una póliza, no por elitismo, sino porque lo necesitan para mejorar su calidad de vida.
Esperar, ¿cuánto?
Los datos oficiales son elocuentes. Según el Ministerio de Sanidad, más de 900.000 personas están esperando una operación no urgente, con un tiempo medio que ronda los 130 días. Pero eso es solo la media: en algunas comunidades, como Canarias o Cataluña, superar los 180 días ya no es una excepción. En consultas con especialistas, la situación tampoco mejora: más de 5 millones de personas esperan para una primera visita.
Y entre tanto número, se cuelan realidades personales: una mujer con bultos en el pecho a la que citan con el ginecólogo dentro de cuatro meses. Un hombre que empieza a notar temblores y no puede ver a un neurólogo antes del verano. Una madre preocupada por los dolores de estómago recurrentes de su hijo, a la que le dan cita para digestivo “después de vacaciones”. No se trata de dramatizar, sino de reconocer que las listas de espera afectan a la salud de los ciudadanos.
Cuando el diagnóstico llega tarde

Uno de los efectos más devastadores de las listas de espera es el retraso en el diagnóstico de enfermedades graves. En oncología, por ejemplo, se está viendo un aumento de diagnósticos en estadios más avanzados, lo que reduce significativamente las posibilidades de curación. No porque los médicos no sepan qué hacer, sino porque cuando finalmente pueden actuar, ya es tarde.
Lo mismo ocurre en salud mental, donde los tiempos de espera para una primera consulta pueden superar los tres meses. Tres meses en los que una persona puede pasar de un cuadro de ansiedad a una crisis severa. O de una depresión moderada a una ideación suicida.
Y eso sin hablar del seguimiento: pacientes con diabetes, hipertensión, enfermedades reumatológicas… a los que no se les puede controlar adecuadamente porque el sistema está saturado.
¿Qué está fallando?
Las causas son múltiples, y no todas tienen una solución inmediata:
- Falta de médicos y personal sanitario, especialmente en atención primaria y algunas especialidades
- Financiación insuficiente: España invierte en sanidad pública menos que otros países de su entorno
- Envejecimiento de la población, que conlleva más enfermedades crónicas y mayor presión asistencial
- Sistemas de gestión ineficaces, donde pedir una cita puede convertirse en una gincana telefónica
- La herencia de la pandemia, que paralizó durante meses la atención no urgente y aún no se ha recuperado del todo.
La gran paradoja
Aquí es donde aparece el gran contraste. Lo que debería ser el sistema más justo (la sanidad pública) se está convirtiendo en un circuito lento reservado a quienes no pueden pagar otra vía. Mientras tanto, quien puede permitirse una cuota mensual accede a un circuito paralelo más ágil, más sencillo y más eficaz en términos de tiempo.
¿Y ahora qué?
No hay soluciones mágicas, pero sí decisiones políticas que pueden marcar una diferencia: invertir más, planificar mejor, atraer y retener profesionales, actualizar los sistemas de gestión, blindar la atención primaria. Y, sobre todo, reconocer el problema sin maquillarlo.
Referencias consultadas:
- Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. (2025). Sistema de Información de Listas de Espera del Sistema Nacional de Salud (SNS): Indicadores resumen – Junio 2025. RTVE / EPdata. Recuperado de https://www.rtve.es/noticias/16842751
y https://www.epdata.es/datos/listas-espera-sanidad-publica/24/espana/106

































