Muchos hemos caído en la trampa del esfuerzo. Creer que dedicarle 10 horas a un trabajo nos garantizará avanzar en el proyecto cuando en realidad 2 horas de plena concentración nos llevará al mismo resultado. Tenemos la falsa creencia que esfuerzo, agotamiento y productividad son lo mismo. Por supuesto que no.
Incluso un importante resultado por lo general no se alcanza con un agotamiento extremo sino con horas de atención plena. Si esta atención es distribuida inteligentemente pueden llegar a ser muy vigorizante. Si creemos que seremos más productivos de acuerdo al nivel de cansancio podríamos estar engañándonos y cayendo en la trampa del esfuerzo.
Caer en ella puede ser en ocasiones inevitable venimos de una cultura que pregona constantemente que lo que “cuenta es el esfuerzo”. Desde pequeños muchos padres trasmiten a sus hijos este mensaje pensando que es un gran consejo para la vida.
Este mensaje se puede decir que se ha malinterpretado. Se confunde el “esfuerzo y trabajo duro” con “dar lo mejor de nosotros mismos”.
Trampa del esfuerzo. Sacar lo mejor de nosotros
Cuando expresamos que el esfuerzo es importante no queremos decir con eso que debemos exprimirnos al máximo.
La interpretación correcta sería sacar lo mejor de nosotros mismos para dárselo a esa actividad que lo requiere. ¿Cómo podemos lograrlo? Simplemente concentrándonos al 100%, estar plenamente presentes y con una disposición justa. El resto solo hará que nos convirtamos en víctima de una trampa que solo nos tendemos nosotros mismos. Con esto solo nos conducirá al agotamiento psicológico y el cansancio mental.
Desafortunadamente hoy en día todavía existen centros de trabajo que aún continúan con esa mentalidad antigua. Priorizan las largas horas en la oficina con la productividad. Según un estudio realizado señalan que los países más prósperos y productivos son aquellos que pasan menos horas en el trabajo.
Como moraleja podemos decir que lo importante es aprender a gestionar de manera eficiente nuestro tiempo y energía.