El ser humano a veces no toma conciencia del daño que silenciosamente le causa a su cuerpo con malos hábitos adquiridos. El cigarro es uno de ellos; éste causa daños progresivos determinados el tiempo de duración de la adicción, las consecuencias notables al poco tiempo de comenzar a consumirlo, el olor corporal cambia y no es agradable para las personas que se encuentren en su entorno.
La mayor consecuencia del consumo de cigarro son las enfermedades que se producen a lo largo del tiempo tales como enfermedades del corazón, cáncer y enfermedades respiratorias, siendo el cáncer la principal causa de muerte debido al consumo de cigarro.
El consumo de cigarro afecta la salud de fumadores y de no fumadores expuestos, dándole el calificativo de fumadores pasivos a estos últimos. La cantidad de consumo de cigarrillo, ya sea mucho o poco es igualmente dañino; la nicotina, agente principal en el cigarro, llega al cerebro poco tiempo después de ser consumida y el monóxido de carbono impide que los glóbulos rojos puedan transportar el oxígeno a todos los órganos del cuerpo. Los pulmones son los encargados de recoger el oxígeno del cuerpo y la sangre es la encargada de transportarla. Al fumar, los pulmones se llenan de humo con cientos de sustancias tóxicas, que al no haber oxígeno, son transportadas y expandidas por el sistema circulatorio, por lo tanto el cuerpo de un fumador activo se ve más deteriorado que el de una persona que no tiene este mal hábito.
Diversas investigaciones han demostrados que el cigarrillo contiene más de cuatro mil sustancias químicas, que producen efectos drásticos y devastadores para la salud tales como el cáncer. Es decir, estos químicos, como por ejemplo en níquel, dañan el ADN y alteran el microambiente, creando y expandiendo múltiples tumores.
Los consumidores de cigarrillo o tabaco tienen 22 veces más probabilidades de desarrollar algún tipo de cáncer, y mientras más sea la adicción mayor es el riesgo, el más común es el cáncer de pulmón, sin embargo están presentes la posibilidades de desarrollar cáncer en otras zonas del cuerpo como la garganta, nariz, estómago, riñones, útero, entre otros, por mencionar solo algunos.
El humo al aspirar el cigarrillo, guardado alrededor de la lengua produce un daño localizado, con la aparición de leucoplasias premalignas, la cual es la lesión más común en la cavidad oral, que se caracteriza por ser de color blanca.
El riesgo de desarrollar enfermedades cardiológicas también aumenta; un infarto puede ser inevitable, el corazón de un fumador late 30 % más rápido que el de una persona que no fuma, aumenta la presión arterial obligando al corazón a hacer un esfuerzo mucho mayor, produciendo así una enfermedad coronaria.
Las enfermedades respiratorias tienden a empeorar en una persona fumadora, al desarrollar bronquitis o enfisema pulmonar se produce una discapacidad respiratoria progresiva que aumenta considerablemente al presentar el estrechamiento de los conductos de aire en los pulmones y por la destrucción de los alvéolos, (que son las cavidades pulmonares donde tiene lugar el intercambio gaseoso entre el aire inspirado y la sangre), siendo casi imposible de revertir.
El consumo también es causante a largo plazo de enfermedades como la osteoporosis, pérdida en la funcionalidad optima de los sentidos, oído, vista y olfato, úlceras gástricas entre otras. Además de afectar notablemente la estética del fumador, causando pérdida de cabello, resequedad en la piel, arrugas, deterioro bucal y provoca un aspecto desagradable visualmente a las uñas y dedos dándole un color amarillento.