El hipo aparece cuando hacemos un movimiento violento e inconsciente del diafragma. Este músculo en forma de bóveda situado en la parte baja del pecho, entre el tórax y el abdomen, se contrae de modo rítmico y continuo para ayudarnos a respirar.
Desciende cuando inhalamos con el objetivo de que los pulmones logren llenarse de aire y se relaja al exhalar para que los pulmones logren expulsar el aire a través de la nariz y la boca.
Generalmente, se origina por comer mucho o rápido, al tragar aire, con cambios de temperatura o ante circunstancias emocionales. Por lo general, se presentan entre 4 y 60 “hips” por minuto en un episodio de hipo.
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La perturbación del Diafragma causa el hipo
Cuando el diafragma se perturba, desciende de manera violenta, lo que hace que, entre aire en la garganta de forma súbita, chocando con la laringe. Por lo que las cuerdas vocales se cierran repentinamente y brota el particular sonido de “hip”.
Frecuentemente, es de corta duración, por lo que desaparece al pasar unos minutos sin necesidad de tener que tomar ninguna medida. Por tanto, no presume peligro ni daño alguno. Sin embargo, si el hipo se extiende durante mucho tiempo, por ejemplo, días o inclusive semanas, tendrá que consultar al médico, ya que podría revelar la presencia de algún tipo de inconveniente o la existencia de alguna enfermedad (en estos casos, suele ir acompañado a otros síntomas).
Después de plantear una serie de interrogaciones para establecer la causa, el médico puede ejecutar ciertos tipos de exámenes en los casos en los que se recele que el hipo está inducido por algún trastorno; ya que existen algunas patologías que poseen el hipo entre sus sintomatologías. Por ejemplo, un hipo irrefrenable o refractario consigue ser un signo paratumoral -lesiones benignas que no son tumores pero que son similares a ellos.
