La obesidad está muy relacionada con la cronobiología. Un equipo de especialistas de Boston, donde estaban incluidos médicos españoles. Explicaron hace poco que el tejido adiposo tiene un ritmo circadiano. Es decir, posee un reloj periférico intrínseco.
En este tejido adiposo (grasa) se enuncian genes reloj que cumplen un papel esencial en su fisiología. Son competentes para regular la expresión rítmica de sustancias bioactivas. Producidas por el tejido adiposo como la adiponectina, la leptina y la resistina.
La Obesidad y su relación con el reloj biológico
El estudio ejecutado en 60 mujeres (20 de peso estándar, 20 con sobrepeso y 20 obesas).
Se observó que el grado de metilación del ADN del gen reloj se acrecienta con la obesidad. Cuando el gen reloj no se expresa bien, existe mayor posibilidad a la obesidad, a mostrar peor calidad del sueño y a almacenar más grasa en la cintura.
Se señaló asimismo que las mujeres que pican alimentos entre horas con periodicidad, comen rápido, o comen cuando están fastidiadas, metilan el gen reloj hasta 12 veces más.
Lo buena noticia es que esta metilación es transformable si modifican estos hábitos. El estado de metilación de áreas CpG (Citosina próximo a Guanina) en los genes del reloj (CLOCK, BMAL1 y PER2) podría ser empleado como biomarcador de triunfo de la pérdida de peso.
Muchas funciones del tubo digestivo revelan ritmos circadianos. Como el vaciamiento gástrico y el flujo sanguíneo que son ascendentes durante el día. La acción de la microbiota (flora intestinal) igualmente se ve influida por ritmos circadianos.
La constitución y función metabólica de la microbiota en personas obesas beneficia que sirvan más calorías de la alimentación que con una “microbiota delgada”, a nivel de la impregnación, el gasto y la acumulación calórica.
Al mismo tiempo, los cambios en la microbiota perturban la permeabilidad intestinal y la translocación bacteriana, beneficiando la inflamación sistémica particular de la obesidad.
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