La piel es nuestro órgano más sagrado

El cuerpo humano es nuestro santuario y la piel es el órgano más grande. Nos protege de factores medioambientales dañinos y regula la temperatura; su salud y aspecto está ligado a todo nuestro metabolismo y funciones de nuestros órganos, nos alerta cuando existen carencias nutricionales y alteraciones en nuestros órganos internos. La diabetes y la insuficiencia renal pueden tener efectos negativos en la piel.

Cuando el balance natural de la piel está en peligro, pierde la capacidad de actuar como barrera de protección y son muchos los factores que pueden atacar o alterar nuestro santuario, desde aspectos genéticos hasta factores externos, entre ellos el descuido en el estilo de vida.

La genética es un factor externo común, ya que ésta determina el tipo de piel de cada persona y afecta inevitablemente su estado general. La piel puede tener tendencia a ser normal, grasa, mixta o seca, y depende de este aspecto su cuidado.

Otro derivado de la genética es la deficiencia de una proteína llamada Filagrina, que tiene como función fortalecer la barrera protectora de la epidermis, con la predisposición la piel puede ser más sensible al estrés siendo propensa a la dermatitis atópica. La psoriasis y la ictiosis son también enfermedades comunes derivadas de la genética.

La alteración de las hormonas, ya sea durante el embarazo, momento en el que puede estimular la producción de melanina causando manchas sobre todo en el rostro llamada Melasma; o el proceso natural de envejecimiento donde los niveles de estrógenos femeninos descienden y da paso a cambios estructurales en la piel. El cambio de niveles hormonales también es el causante del acné durante la pubertad.

Durante el embarazo se pueden presenta hiperpegmentación llamada Melasma
Durante el embarazo se pueden presenta hiperpegmentación llamada Melasma

Los factores externos son también los causantes del maltrato a la piel; el clima, las temperaturas y la radiación UV que en condiciones normales, con poca exposición, el mecanismo de protección combate sus efectos, sin embargo, por el contrario, si se expone por tiempo prolongado al sol ese mecanismo de defensa se debilita, causando afecciones leves o algunos casos, a largo plazo enfermedades en la piel.

Las temperaturas extremas también afectan la salud de la piel. En condiciones de frío la piel estrecha los vasos sanguíneos para proteger al cuerpo de la perdida de calor, lo que causa la sequedad de la piel como consecuencia de la reducción de la secreción de las glándulas sebáceas. Por otro lado, el calor y la humedad hacen que las glándulas sudoríparas produzcan más sudor, lo que hace más propenso la aparición del acné y la deshidratación de la piel.

La influencia química, como los productos de limpieza agresivos alteran la acidez natural de la piel y dañan la estructura celular. Así como ciertos medicamentos y procedimientos que pueden hacer más propensa la desecación y sensibilidad de la piel.

Existe en el mercado un producto adecuado para cada tipo de piel
Existe en el mercado un producto adecuado para cada tipo de piel

Los lavados muy frecuentes y altas temperaturas de las duchas, por las falsas creencias y aplicación inadecuada de la limpieza profunda, ponen en riesgo la función protectora de piel ocasionando la perdida de la hidratación natural.

Por otro lado, y quizá el más importante, es saber que una dieta baja en nutrientes genera el envejecimiento prematuro y la fragilidad de la piel. El aporte de vitaminas mediante la alimentación es imprescindible: la vitamina A, encontrada en los pescados, es importante para conservar la función de barrera ante los microorganismos infecciosos; la vitamina B, actúa directamente sobre la piel y su carencia provoca la resequedad y trastorno como la dermatitis; la vitamina C, presente en frutas y vegetales, sintetiza el colágeno a medida que la edad avanza y protege todas las células.