Es un factor tan importante como la alimentación, el ejercicio, en fin todo lo que mejore nuestro bienestar. Los lugares donde hacemos nuestras vidas pueden ser fuentes de salud u otro factor dañino para ella.
En ocasiones puede ser el factor principal. No es un concepto novedoso ya Hipócrates lo mencionaba en un texto “La salud es el lugar, el aire y los alimentos”.
Lugares con contaminación electromagnético o químicos
Hoy en día los médicos han comprendido que el propio hogar es también un factor importante en el paciente.
En el hogar se puede estar también expuesto a contaminaciones de carácter electromagnético o químicos procedentes de múltiples fuentes.
Son factores de riesgo para la salud que pueden surgir de la propia naturaleza geofísica donde vivimos.
También están los sistemas constructivos, los materiales, las instalaciones, dispositivos y aparatos electrónicos que forman parte de la logística necesaria de un edificio moderno. Son los nuevos retos en nuestro hábitat contemporáneo.
Al igual que para conocer el estado de salud de una persona es necesario una serie de análisis químico. Para definir la calidad del ambientes de nuestros hogares es preciso realizar un análisis de salud geoambiental.
El propósito de esto es conocer el alcance real de los factores geofísicos, electromagnéticos y químicos del ambiente habitual.
En nuestro propio hogar podemos estar expuestos durante horas a una cantidad de campos de naturaleza electromagnética. Podrían ser eléctricas y magnéticas y tal vez no estemos conscientes de ello.
Dichos campos son imperceptibles para nuestros sentidos con excepción de los campos eléctricos estáticos.
Los nuevos pavimentos de tarima flotante con laminados plásticos están muy generalizados en la actualidad por su bajo costo. Esto ocasiona cargas estáticas en muchos hogares y oficinas. Los campos estáticos generan: estados de irritación nerviosa, astenia, dolores de cabeza, cansancio visual y más extremo la lipoatrofia semicircular. Este es un fenómeno relacionado por primera vez con la naturaleza de los llamados edificios enfermos en 1974. El fenómeno fue determinado por los médicos alemanes Gschwandtner y Munzberger.
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