Optimismo es igual a salud

Optimismo es salud
Optimismo es salud

Optimismo es una sensación que favorece nuestra salud. Investigaciones demuestran que los sentimientos y los estados mentales, negativos o positivos provocan reaccionan químicas en nuestro cuerpo; que pueden reprimir o reforzar el sistema inmunológico alternativamente.

Piense en el éxtasis que vivimos al estar enamorados, en la enorme tristeza que sentimos en un funeral o la alegría que experimentamos en una boda; estas emociones se traducen en sentimientos que a su vez provocan que los mecanismos de defensa rejuvenezcan o envejezcan. ¿Sabias que el sistema inmunológico enfrenta al 85 por ciento de las enfermedades? ¿Qué los pacientes con sida tienen niveles mas altos de resistencia si asumen su realidad con fortaleza y optimismo? ¿y que no es el pensamiento en sí lo que afecta a este sistema, sino las emociones, reales o irreales, que generamos?

Si soy una persona que siempre tiene una visión negativa de la vida, que vive peleada con el mundo, que se imagina el peor de los escenarios en todos los casos; es probable que me enferme más que aquella persona que, a pesar de tener una vida difícil, trata de buscar el lado positivo; no sólo eso también nuestro pensamientos, nuestros estados de ánimo y cómo nos relacionamos con los demás, afectan los mecanismos de defensa y recuperación.

Es mejor vivir en optimismo
Es mejor vivir en optimismo

Es necesaria dosis de optimismo en la vida. Como diría Víctor Frankl, “no somo responsables de nuestras circunstancias, pero SÍ de la actitud que tomemos ante ellas”…

La buena noticia es que existen herramientas para compensar esto y crear un bienestar mental. Dentro de la medicina se ha creado un área de investigación con el difícil nombre de Psiconeuroinmunología, en corto PNI.

La PNI demuestra que cuerpo y mente se relacionan e interactúan; y que las actitudes y emociones positivas como amor, entrega, esperanza, alegría, risa y humor, desencadenan reacciones químicas que nos protegen de las enfermedades; mientras que odio, la desesperanza, el pesimismo, la indiferencia, la depresión y la soledad, bloquean las defensas naturales.

Como el cerebro no sabe distinguir entre una experiencia real o imaginaria, no es necesario esperar a vivir sólo experiencias positivas para que se acumulen los buenos resultados. Tampoco significa que tenemos que evitar expresar o sentir emociones negativas; lo que necesitamos es encontrar formas de canalizar esas emociones. Si las reprimimos día con día, sólo vamos a conseguir “cocernos en nuestro propio jugo” y enfermarnos.

Por lo tanto, los estados emocionales negativos breves, aparentemente no amenazan la salud; el peligro surge cuando la negatividad se convierte en un estilo de vida. Por lo que necesitamos técnicas que nos ayuden a evitar revolcarnos en nuestra baja resistencia a la negatividad. Entre más tiempo nos habite este negro fantasma, más perjudican nuestra salud.

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