A veces la presión en los hijos para que sean los mejores sucede porque vivimos en una sociedad altamente competitiva. Pensamos que nada es suficiente y tenemos la sensación que si no espabilamos quedaremos atrás.
Estos padres se plantean una meta y es que quieren que sus hijos sean los mejores. Con ese fin los apuntan en disímiles actividades extraescolares y los empujan al éxito a cualquier costo. Lo peor de todo es que están convencidos que lo “hacen por su bien”.
Presión en los hijos. Los peligros que conllevan al empujarlos al “éxito”.
Si colmamos a nuestros hijos con muchas expectativas estos no podrá tomar sus propias decisiones, experimentar y desarrollar su identidad. Estaremos limitando su espacio y libertad para que encuentren su propio camino. Es por eso que pretender que los niños sean los mejores encierra graves peligros. Veamos cuales:
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Presión innecesaria menos infancia
Los niños deben aprender de una forma divertida, deben equivocarse, perder el tiempo, dejar volar su imaginación y que pasen tiempo con otros niños. Presionándolos con expectativas demasiado elevadas terminara arrebatándoles su infancia.
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Pérdida de la motivación intrínseca y el placer
Esto resulta cuando los padres le dan más importancia a los resultados que al esfuerzo. Esto puede originar que cometan fraude en el colegio por ejemplo: ya no les importa aprender como la nota que consigan. De esta manera pierden el interés en el camino y no lo disfrutan.
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Se Inculca el miedo al fracaso
Conllevan a que los pequeños no sean adultos independientes y emprendedores. Serán personas que apostarán por lo seguro y aceptaran su mediocridad solo porque tienen miedo al fracaso.
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Pérdida de la autoestima
Cuando los niños crecen con la idea que no son lo suficiente ante los demás se convierten en adultos inseguros, con baja autoestima. Creen que no son lo suficientemente buenos como para ser amados. Esto da como resultado que viva pendiente de las opiniones de los demás.