La convivencia creada entre un niño/a autista y un animal en el ámbito del hogar se trasladó al ámbito terapéutico para trabajar en la Terapia Asistida con Animales (TAA). Por lo general suele ser con perros o equinos como los caballos o burros. A veces hay excepciones, el niño rechaza el acercamiento animal porque le produce miedo o tensión.
Lo normal es que se pueda crear una relación natural de manera paulatina entre ambos. De esta manera podrá surgir una comunicación aunque no sea verbal. En este caso el perro facilita la comunicación. Los niños no se sienten intimidados ni sienten que se le invade su espacio sino que todo fluye con espontaneidad.
En la Terapia Asistida con perros el contacto con estos animales debe ser cercano, seguro y sin estrés. De esta manera los ayudara a reducir su ritmo cardíaco y la presión arterial fomentando la generación de endorfinas y oxitocina. Con esto favorecerán el vínculo con el animal previniendo el aislamiento del niño y la apatía frente a los estímulos externos. Así lo explicó Begoña Morenza directora de la Organización Yaracán.
Terapia Asistida con Animales (TAA), la energía que conecta niños autistas y animales
La interacción entre los niños y los perros o cualquier otro animal genera una energía que se traduce en: empatía, expresión de sentimiento. También en motivación para interactuar en grupo. Esto se podría interpretar en que los niños que hablan muy poco comiencen a verbalizar el nombre del perro. También podrían dar órdenes sencillas como ven, dame, espera o pasa. Estos animales facilitan a los terapeutas el trabajo con los niños. Según explica Begoña Morenza los perros no juzgan y muchas veces llegan donde las personas no pueden. Los niños permiten que los animales entren y salgan de su zona de confort, incluso más allá.
Los perros son facilitadores porque ayudan al niño con autismo a que contacte con su entorno. De esta manera aumenta la sensación de confianza. Además la empatía aflora y facilita la comunicación con los terapeutas y otras personas. Así lo señaló Carla Valverde, psicóloga clínica infanto-juvenil del Centro de Salud Mental de Majadahonda (Madrid).