El 68 en el sexo, una postura que debes probar

El 68 en el sexo, una postura que debes probar
El 68 en el sexo, una postura que debes probar

El 69 no es el único número en la cama. El 68 igualmente tiene su maña, si bien esta variante requiere cuerpos menos ágiles, también los precisa algo más vigorosos. Aunque no consiente que el deleite se comparta, se trata de una postura que permite acceder a zonas erógenas injustamente olvidadas.

La primordial diferencia consiste en que toda la satisfacción que se compartía con el 69 se la lleva aquí uno solo. Consigue ser una posición más egoísta, pero pensar en ti de vez en cuando tampoco es vicio. Basta con restarle uno para sumar mucho más goce. Todos conocemos (de forma práctica o teórica) la posición acrobática que hay que adoptar para la satisfacción mutua que promete la cifra mágica

Simple el 68, es un 6 y un 8… una postura inigualable

Si deseas experimentarla, toma buena nota de cómo se hace: el activo de la pareja se tumba sobre su espalda con las rodillas ligeramente flexionadas (signo de penitentes) y preparado a aceptar sobre su cuerpo todo el peso del pecado.

El agraciado pasivo se acostará a su vez sobre el pecho de su pareja, con la cabeza entre las piernas del ser que sufre; pero con los ojos mirando al cielo, preparado a clamarlo por si surgiera el éxtasis. Finalmente, el afortunado pasivo abrirá sus muslos de par en par para brindar su merced a la boca del sediento, que conseguirá explorar a gusto las secretas y oscuras vías de lo prohibido.

El 68 deja las manos libres para proveer rienda suelta a otras inventivas más allá de las eternas lujurias
El 68 deja las manos libres para proveer rienda suelta a otras inventivas más allá de las eternas lujurias

El 68 consiente rasgar las ataduras que el 69 condiciona a una sola manera de juego

Si estás debajo, disfrutarás de total acceso a los genitales del otro, desde el clítoris o el glande hasta donde la espalda pierde su nombre. Si estás encima, lograrás relajar tu cuerpo sobre una fabulosa cama de mórbidas curvas para concentrarte en la exploración que te van a proporcionar.

Al mismo tiempo de ser el último grito (de placer) sexual, el 68 deja las manos libres para proveer rienda suelta a otras inventivas más allá de las eternas lujurias que la boca perpetra. Si no aceptas tu condición pasiva puedes manejar tus manos para agrandar el gozo que te brinda tu pareja con la dicha que te logras regalar a ti mismo.

Parece fácil, pero manipular la posición con habilidad requiere su práctica. Para no aplastar al pobre condenado; el amante ubicado encima puede ser compasivo y liberarle un poco de su carga descansando los codos y los antebrazos sobre el otro colchón, el de látex.

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