La crianza de un bebé es sin duda una de las experiencias más enriquecedoras y aterradoras de la vida. Esto basado en que los niños no vienen con ningún tipo de instrucción y en la mayoría de los casos, los padres primerizos hacen más visitas al especialista que con sus demás hijos.
Esto es parte de la inexperiencia y la inseguridad que se siente con cualquier movimiento o ruido extraño que pueda presentar el niño. Sin embargo, los especialistas propiamente han recomendado dejarse llevar un poco por la autonomía propia de cada madre o padre.
Nadie puede ser experto
Autonomía se refiere a creer en sí mismo y confiar en sus capacidades. Es momento de parar de creer en que todos los demás padres son expertos cuando nadie en realidad lo es. Cada niño es diferente y por ende las necesidades que puedan tener también lo son.
Siempre habrán personas que intentarán hacer quedar a los demás padres como ineptos; creyéndose alguna especie de gurús o maestros del saber y la verdad es que esto es una creencia errónea.
El padre y la madre son un equipo y entre ellos se debe basar el cuidado y la crianza de los pequeños; sobre todo en los primeros meses de vida que es cuando mayor dedicación requieren; además de que es la etapa donde más se presentan las dudas.
Visitas de rutina
Los pediatras y especialistas deben ser visitados a modo de rutina y no como encuentro social; de las experiencias viene el aprendizaje. No es necesario visitarlos por cada cosa o situación que le ocurra al bebé; solo se trata de confiar en sí mismo.
No siempre serán excelentes las evaluaciones que otros padres o incluso familiares le harán a los demás, pero la realidad es que nadie tiene el secreto de la perfección, ni en este, ni en ningún caso.
La idea se basa en tratar de resolver los problemas por sí mismos, en pareja y disfrutando siempre esa maravillosa aventura que representa ser padres.
