El hambre emocional, es un trastorno de la alimentación: “una conducta desadaptativa y desequilibrada motivada básicamente por factores psicológicos, biológicos y familiares”. En ocasiones comemos por aburrimiento, angustia, estrés o ansiedad. Estas emociones nos empujan a comer al confundir los sentimientos con el hambre sin ser conscientes de ello.
Así, de forma inesperada, conseguimos sentir una enorme necesidad de comer, pero ni siquiera sabemos el qué ni el porqué de esa urgencia. Posteriormente, una vez que nos saciamos con lo primero que hallamos a nuestro alcance; terminamos sintiendo culpa, ya que eso que consumimos no ha satisfecho nuestras necesidades, que ciertamente eran de otro tipo.
En relación a esta conducta, la relación funcional que todos tenemos con la comida deja de serlo. Transformando a ésta, en un refuerzo positivo a corto plazo; con el fin desesperado de optimizar un bajo estado de ánimo.
De tal manera que los atracones de comida se convierten en una herramienta cómoda para tranquilizar a corto plazo la tristeza, estrés, ansiedad, angustia. Sin embargo, mediano y largo plazo inducen a un aumento de sentimientos negativos. De modo que se acude a la comida como desahogo, para pretender controlar el estado de ánimo y sentirse mejor. Ingresamos así en un círculo vicioso del que puede ser complejo salir sin la ayuda de un experto.
La discrepancia esencial con el hambre físico es que éste llega de manera gradual. Pero el hambre emocional llega de manera súbita, sin avisar, y requiere ser satisfecha de forma rápida; con productos muy concretos y regularmente poco sanos, de ahí en parte los sentimientos de culpa posteriores.
En el hambre emocional, la comida aparece falso consuelo
Especialistas aseguran que la evasión y la prisa al comer, crean una sensación de aparente bienestar a muy corto plazo. ¿Y la felicidad, consigue ser igualmente causa o desencadenante del hambre emocional? Cuando sentimos una felicidad intensa o bienestar “logramos perder el control de momento e ingerir aquellos alimentos que tal vez no nos convienen mucho de forma impulsiva”, puede darse en el caso de festividades familiares o con amigos.
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