La saliva, es nuestra limpiadora natural de la boca. Cada una de nuestras glándulas salivares segregan un litro de saliva. Se trata de un líquido alcalino, claro, viscoso compuesto de un 95 por ciento de agua, un 3 por ciento de sustancias orgánicas y un 2 por ciento de sales minerales.
Pero ¿para qué sirve este liquido tan cercano y tan desconocido? Una vez que la comida entra a nuestra boca, aumenta la secreción de saliva, ésta disuelve la comida para que las papilas gustativas la aprecien licuándola y ablandándola de forma que la lengua pueda manipular y favorecer así el proceso de la digestión. Pero, además, la saliva protege la mucosa de la boca.
Contiene poderosas enzimas, elementos químicos que descomponen los hidratos de carbono en azucares que asimilamos con mayor facilidad. Por eso, el peor momento del día para tomar alimentos azucarados o ácidos que destruyen nuestros dientes, es antes de acostarse porque durante la noche disminuye su producción.
Por ello es fundamente la higiene oral, porque a pesar de que la saliva es una limpiadora natural, precisamos ayudar mediante la higiene
Igual que una casa, la boca esconde un buen número de rincones a los que es necesario llegar, si no queremos que el paso del tiempo se formen nidos de polvo y gérmenes que contaminen las estancias, poniendo en peligro la vida de sus ocupantes.
El objetivo de la higiene oral es eliminar la placa bacteriana que se engancha a nuestros dientes o las encías. Una buena higiene implica el uso de cepillos, seda dental y flúor.
Nuestros dientes realizan un trabajo muy arduo, si tenemos en cuenta que son los encargados de cortar, desgarrar y triturar los alimentos que comemos, facilitando así el proceso de digestión. De ahí la importancia de conservarlos siempre en buen estado y de mantener, a lo largo de nuestra vida.
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