El síndrome de sobreentrenamiento o conocido también como deportista quemado. Practicar deporte es beneficioso tanto psicológicamente como físico, todo exceso es malo. Y cuando se lleva esta práctica al extremo resultara contraproducente.
Y es que el exceso de ejercicio físico puede llevar a que algunas personas caigan en una severa adicción. Este exceso produce todo lo contrario a lo que se cree y es que se genera sentimiento de fatiga, letargo, perdida de vigor, insomnio, depresión entre otros.
Cuando se planifica la rutina deportiva es importante tomar en cuenta el tiempo que se le debe dar al cuerpo para adaptarse frente al entrenamiento y los estímulos que ellos provocan. Esta planificación entonces una alternancia entre trabajo y descanso, necesario para recuperarse lo suficiente para mejorar su condición física.
Síndrome del sobreentrenamiento
Si bien luego de cualquier sesión de entrenamiento se produce un agotamiento o estado de fatiga, ello no debe confundirse con el síndrome de sobreentrenamiento. Este hace referencia a un agotamiento crónico y generalizado, aunado a síntomas psicológicos como una fatiga emocional y apatía.
Cuando este agotamiento agudo se prolonga el rendimiento deportista, por ello algunos autores le denominan estar quemado. Ahora bien, los síntomas dependen mucho de cada persona, no necesariamente han de aparecer todos.
Síntomas físicos y fisiológicos
- Aumento de la presión sanguínea.
- Problemas respiratorios.
- Temperatura corporal alta.
- Pérdida de peso y apetito.
- Sed excesiva.
- Problemas gastrointestinales.
- Dolores musculares.
Síntomas inmunológicos
- Vulnerabilidad ante las infecciones.
- Baja de las defensas del organismo.
- Susceptibilidad ante las lesiones
- Descenso en la producción de glóbulos rojos.
Síntomas bioquímicos
- Aumento del cortisol hormona responsable del estrés.
- También de la adrenalina y serotonina.
- Disminución del glucógeno muscular.
- Se disminuye la hemoglobina debido a la baja de hierro.
Síntomas psicológicos
- Desbalance en el estado de ánimo.
- Falta de motivación, concentración, autoestima.
- Perdida de la libido.
- Trastornos del sueño.
- Agotamiento físico y mental.
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