Los superpoderes de la adrenalina, una hormona que ayuda al sistema nervioso a hiperactiva las funciones vitales ante una alarma. Así perfecciona la reacción del cuerpo a un riesgo potencial.
Las emociones fuertes y las amenazas físicas, tensiones que se producen en el cuerpo, son los primordiales desencadenantes de la liberación de adrenalina, también conocida como epinefrina. Eso que denominamos impulso o descarga de adrenalina, no es más que la reacción fisiológica ante circunstancias de estrés o riesgo; y genera un subidón que atrae a muchas personas y las lleva a buscar experiencias al límite en el caso de los deportes.
Esto es lo que los superpoderes de la adrenalina le hacen a nuestro cuerpo
Eleva la presión sanguínea. Los vasos de los órganos se amplían para recibir más sangre; los vasos más pequeños (de orejas, nariz, manos) se estrechan, porque no son necesarios. Por eso nos ponemos pálidos al liberar adrenalina.
Dilata las pupilas para que veamos lo mejor posible. Acrecienta el ritmo respiratorio y relaja la musculatura de las vías aéreas para que la sangre se oxigene antes y mejor. Induce a una sensación de euforia. Moviliza los almacenamientos de glucógeno, para que los músculos cuenten con el máximo de combustible.
Activa el ritmo cardíaco, ya que es preciso el máximo volumen de sangre para aportar más oxígeno y nutrientes a todos los órganos. Para el movimiento intestinal, evitando necesidades fisiológicas inoportunas.
No obstante, es importante aclarar que un exceso de adrenalina tiene efectos desagradables para el organismo. Algunas de ellas son hipertensión, estrés crónico, cefaleas, ansiedad, náuseas, mareos, insomnio; dificultades de visión temporales, irritabilidad, inconvenientes cardíacos si se conserva el nivel elevado mucho tiempo y aumento de la glucosa.
Uno de los primordiales inconvenientes que posee la adrenalina es el peligro de sufrir una adicción a sus subidones; que inclusive puede llegar a convertirse en el llamado síndrome de Pontius, que provoca una alteración de la percepción del riesgo que implica que se vean como actividades corrientes muchas circunstancias de alto riesgo, inclusive para la propia vida.
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