Anosognosia ¿la conoces?

Anosognosia
Anosognosia

La anosognosia es la incapacidad de darse cuenta de un trastorno. A pesar de que es común, pocos lo conocen y resulta llamativo. Esta ocurre cuando una persona, después de sufrir un daño cerebral, experimenta cierto déficit de gravedad; por ejemplo, una hemiplejia. En estas circunstancias, el paciente se niega a esa discapacidad y no es consciente de ella.

En 1895, el neuropatólogo Constantin Von Monakov cuenta el caso de un paciente con ceguera cortical a raíz de una lesión en áreas visuales primarias. Lo que acentuó de dicho diagnóstico, fue la falta de conciencia sobre tal déficit. Este es el primer caso descrito de anosognosia, donde el enfermo no ve ni acepta la disfunción que se sufre.

En 1914 Joseph Babinski muestra en la Sociedad de Neurología de París el caso de dos pacientes con hemiplejía izquierda y una ausencia total de conciencia de su defecto motor. Al mismo tiempo, el neurólogo polaco introdujo otro término: anosodiaforia, refiriéndose a los casos en los que hay una total indiferencia hacia la enfermedad.

Anosognosia, donde el enfermo no ve ni acepta la disfunción que se sufre
Anosognosia, donde el enfermo no ve ni acepta la disfunción que se sufre

¿Por qué se produce la anosognosia?

Desde que este fenómeno fuese designado anosognosia por Babinski en 1914, se ha pretendido explicar por qué se produce este síntoma, existiendo variadas teorías relacionadas. Las propuestas explicativas son variadas; centrándose en la existencia de inconvenientes neurológicos o neuropsicológicos.

La causa concreta de la anosognosia va a depender del tipo y localización de la lesión y del problema que la cause.

Síntomas y signos que las personas que la sufren pueden presentar:

Problemas respecto a la adherencia al tratamiento.

Mal pronósticos relacionados a la evolución y rehabilitación del trastorno.

Peligro a sufrir caídas o lesiones por la falta de conciencia.

Alteraciones en el estado de ánimo dada la confrontación de información: irritación, enfados, depresión.

Falta de seguimiento de tratamientos farmacológicos y médicos.

Incomprensión social de su estado y de su enfermedad.

Insuficiente apoyo social y comunitario.

Precisamos por tanto una ayuda multidisciplinar, donde servicios sociales, los profesionales de la salud y la propia familia actúen siempre en conjunto.

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