La enuresis infantil o incontinencia urinaria provoca el agobio y los desvelos de muchos padres. Cada niño lleva su ritmo para todo. No obstante, para muchos padres supone un quebradero de cabeza el conseguir lo antes posible el control de esfínteres de sus menores, no siendo siempre posible.
Algo más que un asunto de madurez
Igual que unos dejan de hacerse pis en la cama a edad temprana; otros todo lo contrario, lo consiguen tarde, o bien no lo hacen jamás sin ayuda. La incontinencia urinaria no deja indiferente. Habitualmente el control de la vejiga se consigue entre los 2 y los 4 años. Precisa la Asociación Española de Pediatría (AEP), no obstante, insiste en que cada menor lleva su ritmo.
A la incontinencia urinaria durante la noche se la conoce como enuresis, y es un motivo de consulta frecuente para pediatras y especialistas en nefrourología.
Especialistas afirman que en la mayoría de los casos se desconoce por qué unos niños mojan la cama más allá de los 5 años, mientras que otros no.
Se ha llegado a relacionar con la herencia genética, con que los padres también lo hayan hecho. O por ejemplo con el sexo, siendo más frecuente en los niños. Beber mucho líquido antes de acostarse o mientras se duerme por la noche; por no ser capaces de despertarse para hacer pis.
Por estreñimiento crónico, de forma que se produce una presión del intestino lleno de heces sobre la vejiga. O también por problemas psicológicos, como el estrés, los conflictos familiares o los escolares. Ante la llegada de un nuevo hermanito, enumeran los pediatras.
Expertos subrayan que uno de cada 10 niños presenta problemas para alcanzar la continencia urinaria. Principalmente sobre el control de esfínteres diurno (en la edad de los 2-4 años), como en el caso del control del pis nocturno (entre los 5-6 años).
Por otro lado, el hecho de existir antecedentes familiares en algunos casos, a menudo conlleva que se minimice la situación y no se ponga remedio; en espera de una resolución espontánea, que no siempre llega.
Mientras tanto, la cronificación del trastorno afecta a la autoestima del niño (miedos, culpa, vergüenza, aislamiento social) e interfiere con la dinámica familiar y el estilo de vida actuales, alertan los especialistas.
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